Arrancamos el 2011 con una fabulosa campaña de publicidad de Save the Children que nos pone las pilas a todos. Una campaña que nos muestra lo diferentes que serían nuestras vidas si hubiéramos nacido en cualquier otra zona del mundo menos privilegiada. Pese a nuestras quejas, justificadas o no, la lotería de la vida no nos ha ido mal comparado con lo que padece la inmensa mayoría de la población mundial.
En el juego que nos propone Save the Children, the lottery of life, a mi me ha tocado ser chino. Es una cuestión de probabilidades (no dejéis de de visitar la página).
Por eso resulta escandaloso ver como el racismo se dispara en los momentos de crisis (El Mundo, El País).
Muchas veces oigo: "nos quitan el empleo", "viven a costa de nuestros impuestos", "son unos vagos" y mil sandeces por el estilo acerca de los emigrantes.
Todos los informes serios de organismos nacionales e internacionales muestran claramente que se trata de prejuicios y estereotipos alimentados por un conglomerado de factores que nada tienen que ver con la realidad, así lo expresa por ejemplo el "Informe sobre Desarrollo Humano de 2009 publicado por Naciones Unidas o el Informe Evolución del racismo y la xenofobia en España publicado por el Ministerio de Trabajo e Inmigración en el 2009.
Pese a las muchas dificultades que existen en un tema tan trascendental como el de la migración, los resultados son positivos en todos los aspectos. Es curioso que una parte importante de la población se empeñe en ignorar esa evidencia trasladando todas sus frustración a ese colectivo.
Pero lo peor de esos comentarios racistas es la rabia contenida con la que se formulan y el odio e ignorancia que trasmiten. Cuando los escucho ya sé quien se apresuraría raudo, si la situación fuera propicia, a ponerse la capota blanca y prender fuego a una cruz.
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