
Uno de los problemas endémicos de los empresarios españoles es su manifiesta incapacidad para entender el significado real de la famosa frase: una empresa será buena o mala, dependiendo de la calidad de sus recursos humanos.
Todos, probablemente, conocemos y tenemos cerca el caso de algún amigo o familiar perfectamente cualificado, con las aptitudes mas que necesarias para el ejercicio de su tarea u oficio, capaz e inteligente, que se encuentra absolutamente desaprovechado por la empresa que lo contrata.
Muchos empresarios, lejos de hacer caso a los expertos, se empeñan tercamente en ignorar que un puesto de trabajo enriquecido, donde el trabajador se sienta motivado y pueda realizar una actividad completa con libertad e independencia, es esencial para alcanzar un mejor desarrollo empresarial.
Desde esta perspectiva pareciera como si los empresarios se empeñaran en que la comunicación con sus propios empleados fuera inexistente, la política de incentivos no cubriera las expectativas reales de los miembros de la empresa, no se valorara el esfuerzo del trabajador, los objetivos fueran confusos y contradictorios, no se fomentara el trabajo en equipo ni las potencialidades de los mismos, y un largo etcétera que en el fondo le perjudica seriamente y no beneficia a nadie.
No beneficia a nadie excepto a aquellos que por subir puestos en la organización se entregan con cinismo al halago fácil y a maniobras poco éticas con sus propios compañeros (eso también todos lo tenemos cerca), o a asesores externos que son contratados para intentar salvar la situación y que generalmente ignoran la verdadera realidad del problema ¿cómo decir la verdad a la persona que te contrata?.
No es mi intención nombrar los puntos necesarios para motivar y hacer más productiva una organización, o las características necesarias para dirigir adecuadamente a las personas que trabajan en una empresa, como digo, los expertos lo saben muy bien y se han escrito ríos de tinta al respecto.
Mi intención es llamar la atención sobre la desconexión entre empleado/empleador, causante en la mayoría de las ocasiones de la situación de estancamiento.
Mientras la enorme vanidad y soberbia de los empresarios españoles siga construyendo estructuras verticales, el empresario se sitúe en la cúspide como un "Dios" al que hay que rendir pleitesía, se impida el desarrollo y éxito profesional de los empleados porque es vivido como una amenaza que les resta protagonismo y, se boicoteen todas las iniciativas personales ignorando sistemáticamente las necesidades de desarrollo de los trabajadores, el conflicto social será inevitable, estará garantizado y cada vez será más violento.
La ilustración es de Quino.